Nuestro Planeta: un campo de batalla para los animales
Desde el punto de vista de los animales, la Tierra se ha convertido en un campo de batalla, un auténtico matadero. La postura intelectual de san Agustín, venerado como doctor y santo, marcó en lo sucesivo al llamado occidente cristiano y condenó a los animales a una vida llena de dolor, sufrimiento y muerte, puesto que el animal desprovisto ya de alma, quedaba sin compasión alguna a merced del hombre para ser matado en base al supuestamente «justo orden establecido por el Creador». Miles de millones de animales víctimas de tortura, denuncian y acusan a la institución Iglesia y a sus padres y doctores, de ser los responsables de su miseria así como por el correspondiente embrutecimiento de los seres humanos.
La enseñanza de “san” Agustín nada tiene que ver con Cristo y el cristianismo. Desde hace más de 3000 años Dios, el Eterno, llama y advierte a través de Sus profetas de Dios. A través de Moisés Él nos dio el Mandamiento «No matarás». A través de Isaías Dios dijo: (Isaías 1, 11): «Estoy harto de los carnero que quemáis en holocausto como sacrificio y de la grasa de vuestros bueyes». Y A través de jeremías (Jeremías 6, 20): «Vuestros holocaustos no me complacen. Vuestras matanzas de sacrificio no me son gratas».
Aunque actualmente la parrilla casera y la sartén sustituyen a los altares para víctimas sangrantes y la mesa de la cocina sirve como banco de descuartizamiento para sacar las entrañas a los cadáveres animales, no debemos olvidar que la base de todo ese comportamiento sangriento en todos los tiempos fue permitido, y avalado, entro otros actores sociales, por los hombres-sacerdote. ¿Pero qué dijo Jesús de Nazaret? «Lo que hagáis a la más pequeña de mis criaturas eso me hacéis a Mí».(Mateo 25, 40)
Iris Radisch, redactora del prestigioso periódico alemán Die Zeit, publicó el siguiente planteamiento que debería hacernos reflexionar: «¿Qué sucedería si los animales nos considerasen también carentes de alma, sólo porque somos diferentes? / Sería absurdo creer que las personas somos capaces de hacerlo todo bien, pero eso no nos da derecho a hacerlo todo mal».
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