MEDITACIÓN CON UNA ROSA
¡Cuántas
cosas podéis comprender meditando ante una rosa! Contempladla, uníos a
su espíritu, habladle como si se tratara de un ser vivo, pedidle que
vuestra alma se vuelva como ella, que se impregne de sus quintaesencias
para que se convierta, ella también, en una flor en el jardín de Dios, y
pueda deleitar a las entidades celestiales a las que les gusta
frecuentar la tierra. Porque las entidades celestiales se alegran de
descubrir flores en su camino: almas puras y luminosas. Se ocupan de
ellas y las protegen para hacerlas todavía más hermosas.
¡Aún
otro misterio, una rosa! Su color es el del amor espiritual; su forma,
la expresión de la armonía perfecta; su perfume, el de la pureza. Pero
entre los que hacen crecer rosales en su jardín, o que ornamentan sus
hogares con ramos, ¿cuántos sospechan realmente lo que representan las
rosas? ¿Por qué no buscan a través de ellas el camino del verdadero
amor, el amor que no encarcela, el amor que libera?”
Omraam Mikhaël Aïvanhov
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