ESTE BLOG ES DIFERENTE Y SERÁ ÚTIL PARA AQUELLAS PERSONAS QUE ANHELAN LIBERARSE DE CARGAS DEL PASADO Y ELEVAR SU VIBRACIÓN. SUBIRÉ TÉCNICAS PARA SENTIRNOS MEJOR EMOCIONAL Y SICOLÓGICAMENTE. MOSTRARÉ UNA PARTE DE TODO AQUELLO QUE ME AYUDÓ A IR SANANDO DEMASIADO DOLOR. UNIDO A LO QUE ATAÑE AL ESPÍRITU, COMO CANALIZACIONES Y DEMÁS... SOMOS SERES ESPIRITUALES VIVIENDO UNA EXPERIENCIA ACÁ EN LA TIERRA. MIS BENDICIONES ESTÁN CON CADA UNO DE USTEDES.
EL ARTE DE VIVIR!!!
En la vida todo es arte, o al menos así lo he sentido siempre. Cada cosa, cada detalle, precisa la mirada de un artista. El simple hecho de movernos requiere de gracia, de una gracia especial. No es igual si caminamos como autómatas, que si nos deslizamos como gacelas. El sencillo acto de sorber un vaso de agua por ejemplo, será muy diferente si lo hacemos sintiendo cómo corre por dentro nuestro, y percibimos la diferencia entre antes de tomarla y después, o contemplamos el cristal de la copa haciéndolo jugar con las luces que nos rodean, todo, absolutamente todo, es arte. En fin, podría seguir Ad Infinitum, pero esta vez sólo quise compartir la idea que tengo. Claro que si profundizamos, vivir es todo un arte!. Aprendí a sanarme y a sanar, eso también es Arte. Existen mil y una vicisitudes y maravillas en la existencia, a través de las cuales debemos aprender a movernos con arte precisamente, tantas, que me asombró encontrar disponible el título.
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ADVERTENCIA
Todos los mensajes aquí expuestos son para el crecimiento espiritual. El discernimiento personal es un requerimiento para leerlos. Si no resuenan con su corazón, deséchelos.
lunes, 31 de octubre de 2016
Del Blog: Palabra Chamánica:
EL HOMBRE SALVAJE, LA MUJER SALVAJE. Entrevista a Clarissa Pinkola Estés.
Entrevista a la Dra. Clarissa Pinkola Estés por Bert H. Hoff. Este artículo apareció en la edición de M.E.N. Magazine de Noviembre de 1992.
Traducción al español realizada por Omar Pereira especialmente para Mujeres en Círculo.
Bert: ¿Qué es la «Mujer Salvaje»?
C.P. Estés: Ella es… Dios.
Bert: ¿Te refieres al descubrimiento de un dios interior?
C.P. Estés: Yo lo diría de un modo algo diferente. Diría que si miras el rostro de una mujer, la divinidad se muestra en él. Ves a esa criatura peluda justo detrás de su semblante, detrás de sus ojos. Si eres una persona inteligente, serás respetuoso. Si no eres una persona inteligente, y la mujer está en su mordaz naturaleza instintiva, puede morderte; o, si ella te tiene miedo, puede huir y no volver a ti nunca más. Si eres respetuoso con ella, volverá, averiguará quién eres y desarrollará una relación contigo.
Bert: ¿Cómo es la «Mujer Salvaje» comparada con el «Hombre Natural» del Iron John de Robet Bly?
C.P. Estés: Siento que aquello que es salvaje es natural. Necesitamos ver y comprender que lo que sea que esté detrás de lo natural es dios. La naturaleza en sí misma es su manifestación. Vemos cosas en la naturaleza que son bellas, como este cielo azul hoy aquí afuera, y eso nos colma de una excitación casi devocional. Cuando vuelvo a mirarlo, aún la siento. He visto este cielo cada día de mi vida y aún estoy impresionada por ello. Eso es lo que es lo salvaje: esta intensa y medicinal belleza. Mirarlo te hace sentir integrado. Oírlo, si se trata del océano o del agua corriendo en un riachuelo, es sentirte integrado otra vez. Ver una tormenta eléctrica, con truenos o rayos, es de algún modo ser energizado por ella. Lo mismo pasa con los tornados y los terremotos, eres sacudido hasta tus propios cimientos por el poder que generan todas estas cosas. Si eso es lo salvaje, y si eso está en cada ser humano, entonces un hombre y una mujer esencialmente no serían diferentes entre sí en su exacto núcleo elemental. Pero, por supuesto, la personalidad y la cultura que maduran alrededor de ellos, tornan las cosas más problemáticas porque hay diferencias extremas en el modo en que se desarrolla la personalidad. Y pienso que la personalidad tiene un tono diferente para hombres y mujeres, en cada época, sin importar la cultura, en cualquier cultura. He vivido con al menos 17 tribus nativas diferentes y, en muchas de ellas, no hay demasiada diferenciación en el modo de sentir que tienen mujeres y hombres jóvenes aunque algunos de sus roles son diferentes.
Bert: ¿Crees que es importante que los hombres lean tu libro?
C.P. Estés: Sí, pienso que sí. Sam Keen y yo tuvimos una conversación acerca de esto. Y también recibí una carta muy linda de Robert Bly un par de semanas atrás diciéndome que el libro le gustó realmente mucho. La gente se lo estuvo recomendando y él, a su vez, lo estuvo recomendando. Siento que los hombres tienen tanto misterio como las mujeres. Una vez que alcancemos cierta cantidad de auto-conciencia y superemos la protección de ciertas “vacas sagradas” de cada género, podríamos tener una conversación real, quizás, por primera vez en todo el universo, en este siglo. ¿Cuál es nuestro interés común? ¿Por qué estamos aquí el uno con el otro? ¿Cuál es la razón de estar con una persona del género opuesto? Sin importar si es en una relación amorosa, o una relación hermano/hermana, o una relación padre/hija, o una relación platónica amigo/amiga. ¿Pero cuál podría ser, podrías decir, el catalizador químico en una relación con “El Otro”? Me gusta que los hombres lean mi libro, y lo hacen. Ellos no sólo lo leen, lo compran para sus amantes y lo leen juntos. Ya sea que su amante sea su esposa o su compañera circunstancial. También he recibido algunas cartas de hombres diciendo: “No diga que escribió este libro para las mujeres. Lo leí y se aplica a mí.” Eso me hace sonreír, porque por supuesto que se aplicaría. Se aplicaría mucho a sus naturalezas femeninas.
Bert: En tu libro hablas sobre el animus, y te preguntas si algunas feministas no han ido demasiado lejos al decir que el animus es inducido culturalmente y hablas sobre mujeres desarrollando un lado masculino.
C.P. Estés: Una de las cosas que veo bastante en las generaciones de mujeres más jóvenes es que ellas no tienen que luchar tanto por su derecho a ser libres dentro de la familia pero todavía tienen que luchar en el mundo externo. Aunque la familia puede haber cambiado, hay muchas personas que no lo han hecho y por ello están luchando para evitar cosas en el mundo externo que intentarían disminuirlas. Me parece que lo que llamamos desarrollo de un lado masculino es la capacidad de tomar ideas de la propia vida interna e implementarlas en el mundo externo; así es como entiendo el desarrollo del lado masculino interior. Su aptitud para manifestarse en el mundo externo; de hablar por sí mismas sobre temas que son importantes; de ser capaces de llevar su libro, su arte, los productos de su imaginación a una forma manifiesta en el mundo externo; de ser capaces de despertarse a sí mismas de situaciones cómodas. Ver qué se necesita en el mundo y ocuparse de ello. Esas son manifestaciones de un adecuado desarrollo del animus. Algunos hombres, como sabes, tienen una naturaleza femenina mucho mayor que otros. Jung dibujó un círculo y lo dividió en cuatro partes, y dijo que un hombre es tres cuartas partes masculino y una cuarta parte femenino. Una mujer es tres cuartas partes femenina y una cuarta parte masculina. Y eso es un buen comienzo. El problema es que él dice que ésta es la manera en que debiera ser pero ésta no es la manera en que es. Es una forma demasiado rígida. Algunos hombres que he conocido son tres cuartas partes femeninos y una cuarta parte masculinos, y su cuarta parte masculina es: ¡fuerte, muy fuerte! Pero ellos tienen un tremendo desarrollo femenino porque son así. Lo es desde las almas, no un revestimiento de la familia cultural. Gloria Steinem es un gran ejemplo de mujer que tiene muchísimo más desarrollado su lado masculino que el femenino. Aunque parece que ahora está llegando el desarrollo de su lado femenino; tiene 55 o 60 años de edad y ahora está llegando. Así que sea lo que sea que tenemos, como tú sabes, nuestra labor en la vida es desarrollarlo hasta su plenitud. Pero además el desafío es desarrollar su equilibrio, lo cual es también desarrollar su opuesto.
Bert: Eso me recuerda algo que has dicho acerca de Jung y de que el alma es masculina. Tuve un problema con el punto de vista de Robert A. Johnson que dice que para el hombre el alma es lo femenino. Para mí, tiene más sentido pensar lo femenino como la entrada y el portal que uno debe atravesar con el fin de encontrar el alma.
C.P. Estés: Nos mutilamos a nosotros mismos al decir que al alma es siempre masculina o el alma es siempre femenina, o es siempre tres cuartos de una manera y un cuarto de la otra, o es siempre 50/50. El alma nunca es de ninguna de esas maneras. Es indescriptible y realmente no puedes hablar de ella. Hacemos imágenes y diagramas y decimos: «bien, si puedes hablar de ella, esto es a lo que se parecería». Pero en realidad estamos en el interior de una bolsa oscura, sentimos lo que está ahí y decimos: «creo que debe ser esto o que debe ser aquello». Y estamos tratando de decir –esperanzados, de manera poética, porque nunca podemos describirlo con palabras comunes– qué es lo que sentimos y vemos. Pero ahí no es, ahí no puede estar. También digo esto acerca del concepto de «creación de alma» del que habla mi colega James Hillman. No estoy de acuerdo con la creación de alma porque el alma es, el alma está completa; nunca fue puesta en duda, nunca se perdió. La transmisión puede hacer ruido o alguien puede interrumpir los conductos al alma, pero el alma permanece aquí, nunca se va. El ego puede irse. El ego se daña. El espíritu también puede dañarse, pero el alma permanece. No creo que exista la creación de alma. Creo que existe la creación de conciencia. Pero creo que el alma es increíblemente indescriptible. La creación de alma es una idea interesante pero creo que, básicamente, no puede describir el proceso. Hillman, Bly, Robert Johnson, Gillette, Moore y yo misma, todavía debemos tener la capacidad, como todos los poetas, de pasar por diferentes imágenes mientras desarrollamos una idea. De esta manera, Johnson, que tuvo una idea hace 10 años, podría ir más allá y desarrollar una nueva idea con la mayor claridad que tiene actualmente. Jung lo hizo todo el tiempo. Si lees la obra de Jung lo verás contradecirse constantemente porque la está desarrollando a medida que avanza. Así que siempre pienso que, sean cuales sean las metáforas que usemos, será muy interesante ver si todavía creemos en ellas o si, en 10 o 20 años, no hemos encontrado unas mejores.
Bert: El proceso, que describes, de estar en una bolsa tratando de describir el alma me recuerda a los teólogos intentando describir a Dios.
C.P. Estés: ¡Sí! ¡Sí! Hay un cuento en mi libro, «Los cuatro rabinos». Todos ellos desean ver a Dios. La historia se desarrolla en torno a la rueda sagrada de Ezequiel. Los rabinos son llevados por los ángeles a la séptima cámara del séptimo cielo y cada uno tiene una experiencia de Dios. Y la experiencia es demoledora para tres de ellos. No porque son malas personas sino porque su fantasía de lo que Dios es fue destrozada. Hay un dicho que dice: no te acerques demasiado a lo inevitable. Básicamente, se trata de una fuerza tan fenomenalmente inmensa que es como le dice Baba Yaga a Vasalisa en otro de mis cuentos: «pero recuerda que un exceso de conocimientos puede hacer envejecer prematuramente a una persona». Es peligroso. Sólo hay que esperar. No siempre se lo puede perseguir como sueles escalar una montaña. A veces sólo debes esperar hasta que algo de ello venga a ti y te colme, y entonces empiezas a comprender.
Bert: ¿Qué piensas sobre el movimiento mitopoético de hombres?
C.P. Estés: Tú sabes, nunca he entendido la expresión «mitopoético». Mucha gente me ha preguntado, en entrevistas, qué pienso del movimiento de hombres, y sigo diciendo, «no he conocido al movimiento de hombres. El movimiento de hombres no ha venido a mi puerta y ha dicho “nos gustaría presentarnos a ti”». Pero conocí hombres que están en grupos con otros hombres, que están intentando aprender sobre la vida y su propia, profunda, fuente del ser. Mitopoético es, creo, nuevamente, un término de James Hillman. Para mí es un término intelectual que no entiendo. Entiendo la mitología. Entiendo los cuentos. Entiendo la poesía. Entiendo que cortan hasta el hueso. Soy una poeta que se convirtió en psicoanalista. Esos son mis antecedentes. Soy una “cantadora”. Soy una narradora de cuentos. Eso viene desde mis pies hacia arriba, no desde mi cerebro hacia abajo. Por eso pienso que «mitopoético» significa que usas la mitología para tratar de comprender algo sobre los aspectos profundos de tu naturaleza. Entrevisté a Robet Bly en 1990. Puedo recordarme diciéndole, «¿qué pasa con el movimiento de hombres?». Y él respondió, «no, no es un movimiento de hombres». Y le dije, «¿bien, cómo vas a llamarlo?», a lo que él respondió «trabajo de hombres, sólo trabajo con hombres, eso es todo». Y eso realmente me gustó. Me gustó que lo llamara trabajo con hombres. Mitopoético es una palabra demasiado grande. Es mejor usar palabras más modestas. Me gustaría que el movimiento de hombres venga a verme. Me gustaría conocerlos. A eso, a ellos, a todo eso. ¡Me gustaría! ¡Me gustaría! Siento que, de alguna manera, ellos están escondidos de mí. Que ellos no vienen donde estoy. Ellos desaparecen por sí mismos.
Bert: Tengo la esperanza de que esta entrevista comenzará el proceso de superar esa brecha. ¿Ves alguna conexión entre el trabajo que estás haciendo, las historias de poder para mujeres, y el trabajo de los hombres? C.P. Estés: Oh sí. Muchísima. Mi trabajo, de la manera en que lo entiendo, es como ofrecer comida, cierto tipo de comida. La gente que tiene mucho deseo de esa comida vendrá. Lo que concibo para hombres y mujeres es alimento, realmente es alimento curativo, son historias. Las historias atraerán a las personas como siempre lo han hecho. No es un fenómeno nuevo. Todos los novelistas, todos los programas de radio y televisión, por años y años, sólo han tenido historias. Algunas de ellas son historias lamentables, historias quebradas, historias destrozadas, historias incompletas, y algunas historias muy tontas. Pero, sin embargo, historias bastante sustanciales como para que la gente haya sido atraída por ellas. Se ha dicho que el cine es el gran narrador de tu generación y de la mía. Los adolescentes y adultos jóvenes ya no van más a sentarse en la cocina a escuchar los cuentos de su abuela y de su abuelo. Vamos al cine a ver las sagas de los sábados. Tu abuela y tu abuelo no tenían a mano las mismas novedades que nosotros tenemos ahora. Ahora nosotros somos las nuevas abuelas y abuelos y lo que tenemos disponible son grabaciones, periódicos, cartas, reuniones de personas, libros que se han escrito. Tenemos medios para expandir la cocina hacia el mundo, o para expandir el hogar o el fogón hacia el mundo, y reunir gente que ordinariamente no estaría a nuestro alcance. Así que realmente esta es una época muy apasionante.
Bert: En tu cuento «Vasalisa» hablas de la necesidad de iniciación de las mujeres para desarrollar su vida intuitiva, de abandonar a la madre protectora «demasiado buena» para lanzarse a lo desconocido. ¿Cómo se compara esto con la iniciación masculina de la que hablan Robert Bly y Joseph Campbell, de separarse de la madre y unirse a la comunidad de hombres?
C.P. Estés: No estoy de acuerdo con ese asunto de «separarse de la madre». Creo que eso es absurdo. Es lo único que puedo pensar sobre ello. Siento que allí ha habido un diálogo completamente inadecuado. La madre externa de los hombres necesita ser separada de la siempre nutriente madre arquetípica que es, para mí, la misma que la madre «demasiado buena» de Vasalisa. Es una madre internalizada de la que debe distanciarse, si no será siempre como un niño que creerá que ella es el centro del universo y que siempre deberá ser cuidada. Alguien que siempre querrá succionar las tetas de cualquier elemento femenino –propio de la mujer– que aparezca en su vida. Y eso atañe tanto a las mujeres como a los hombres. No hay diferencia. Me gustaría ver puesto el énfasis en la madre arquetípica interna como la única de quien se necesita ser separado. Porque he aprendido que lo que mi propia madre me dijo no es verdad, que cuando los hijos tienen 18 años son adultos. Cuando estaba criando a mis hijas tuve el sentimiento de que estaba en una canoa bajando por un río en llamas, lleno de basura y con francotiradores en ambas orillas. Y tenía esos tres preciosos fardos que eran mis hijas. Tenía mi trabajo para llegar al final del río con ellas vivas. Sin que ellas se confundieran en la oscuridad del agua, sin que terminaran acabadas por las drogas o el alcohol o las malas relaciones o ideas fantasmagóricas que las conducirían a su destrucción. Y tengo claro que ahora mis hijas, a pesar de que son personas mayores, aún necesitan mi orientación. La madre, si ella se compromete a sí misma con la vida y construye un gran almacén de saber dentro de ella, es la fortaleza de sus hijos. Como madre, tiene una relación para siempre con sus hijos. Y tiene la sabiduría, esperemos, para saber cuándo soltar y dejarlos conducir sus vidas por su cuenta. Pero también está ahí cuando ellos vuelven y necesitan algo. Tiene que haber un modelo para la madre que siempre sigue siendo madre. Ahora, si las mujeres no vivieran sus vidas tan llenas con tantas cosas que hacen, a las que no pueden decir que no, ya no sería un fenómeno tan común que la madre se sienta sobrecargada cuando los hijos crecidos requieren una hora para pedir o dar consejo. No puedo hablar por los hombres, ellos tienen que hablar por sí mismos. Pero entiendo que mi relación con mis hijas se ha convertido en lo que llamo una relación madre/hermana/hija. En la medida en que se hicieron mayores la relación tiene aspectos en los que ya no son mis hijas. Pero en otras ocasiones hay una relación de hermandad, de solidaridad, que da una sensación de relación entre pares y, aunque la relación primaria es madre/hija, también hay momentos en la que es algo más. Por ejemplo, cuando mi propia madre adoptiva se hizo mayor y quedó físicamente incapacitada he tenido la experiencia de ver a mis hijas actuando como madres conmigo con respecto a la pena que sentía por mi madre adoptiva. Así que estoy comenzando a ver que la relación con los hijos puede ser una relación de círculo completo. Pero podríamos seguir páginas y páginas tratando de ocuparnos de las personas que están decepcionadas y enojadas con sus madres, quienes a su vez no pueden ver a qué se parecería la reconciliación, porque están enojadas, decepcionadas, tristes y afligidas de que sus madres fuesen ellas mismas madres sin madre; y como resultado, quizás, no tienen tanto para dar. Pero me has preguntado acerca de un modelo ideal, y siento que en lo ideal hay diferentes formas en que los niños –varones o mujeres– se separan de la madre y el padre y se convierten a través de la experiencia en algo más de lo que eran antes. Pero también, y de manera inequívoca, durante la experiencia directa con sus madres y sus padres también se convierten en lo que son. No es sólo que te conviertes en quien eres cuando te vas. Hay un tipo de conversión que ocurre cuando te alejas, y hay otro que ocurre cuando estás relacionado con tus padres. Tengo que decir que un hombre puede nunca saber quién es él al igual que una mujer no saber quién es ella hasta que se haya vertido a sí misma a través del filtro que son su madre y su padre y llegue a comprenderse a través de ambos. El quid de la cuestión es que cada uno nace con su propio destino a pesar de sus padres. Ellos se convertirán en lo que se convertirán. Para unos la dificultad es mayor de lo que es para otros. Aunque, ambos padres han de ocuparse de sus hijos en términos de su desarrollo espiritual y de su sentido de pertenencia en el mundo.
Bert: Así que los hombres que están haciendo esta reconciliación con el padre ausente necesitan también trabajar en el restablecimiento del vínculo con sus madres.
C.P. Estés: Piénsalo de esta manera. Piensa acerca de empequeñecer a la persona que te dio la vida con el fin de transformarla en la persona que te ha abandonado. Piensa en qué lo pone en marcha en la psique. Mi teoría, que es una teoría blasfema y atroz, es que en tanto que los hombres engrandezcan a la doncella y a la mujer sexual, tirarán a la basura a la madre y a la hija. Siempre. Si el hombre está reconciliándose con su padre, pero sigue manteniendo su punto de vista sobre las mujeres, que tal vez fue sostenido por su padre, lo más probable es que continúe teniendo grandes problemas con su madre. Seguirá haciéndola responsable de muchas cosas que no son problema de ella.
Bert: A continuación de la historia «La Mujer Esqueleto» hablas del ciclo vida/muerte/vida y de las siete fases del amor del alma. Uno de los problemas que surge para hombres y mujeres por igual es el miedo a la resistencia del hombre a comprometerse.
C.P. Estés: No, no es miedo a comprometerse. Es miedo a enfrentarse a la muerte. Si un hombre quiere amar a una mujer tiene que estar dispuesto a morir. Debe estar dispuesto a atravesar el ciclo vida/muerte/vida. Creo que desesperar por la falta de compromiso de parte de los hombres es llamarlo de una manera poco adecuada porque está lleno de mujeres que no comprometerán su verdadero ser en una relación. Ellas comprometen un ser falso en la relación, algunos hombres no están listos para perseguirlo y se preguntan por qué las cosas no se sienten del todo bien.
Bert: En tu cuento «La Llorona», la versión moderna del río contaminado, hablas sobre las mujeres renunciando a su creatividad mientras se centran en la adquisición de bienes materiales. He visto que eso también les sucede a los hombres que son víctimas del mito del macho proveedor y que se definen a sí mismos en términos de éxito material.
C.P. Estés: Oh, sí. Quiero ser clara en que no tengo ninguna duda de que los hombres han sufrido terriblemente. Ninguna duda. Los hombres han sufrido con malos matrimonios, malas madres, malos padres. No siempre voy a estar parada en este río y decir que sólo la gente de esta orilla ha sufrido. Si estás vivo, has sufrido. Muchos años atrás cuando escribí mi tesis doctoral, un hombre me dijo que su familia acariciaba su dinero pero nunca lo acariciaba a él. Acariciaban los billetes de dólar que salían de sus billeteras día tras día, semana tras semana. Los acariciaban, los amaban, los doblaban, los ponían cerca de sus cuerpos. Los llevaban a todas partes pero nunca lo acariciaban a él. Y sentí que mi corazón se rompió a causa de esa verdad, que los hombres nunca han sido acariciados. La gente le dirá a papá, «Oh, papá, dame esto”, «Oh, papá, dame aquello», «Papá, dame botas nuevas», «Papá, dame un auto nuevo», «Papá, dame». El papá se para en la puerta y reparte las cosas. Quizá les acariciaría las yemas de los dedos al darles dinero. Si consiguió un abrazo fue porque estaba comprando un nuevo juego de llantas de magnesio o un nuevo vestido para la fiesta de promoción o algo. Así que todo su caudal, su caudal psicológico, era todo para hacer dinero y para darlo o no darlo.
Bert: Hablemos sobre el toque de tambor de los hombres. En tu libro hablas del toque de tambor, el canto y los cánticos para llamarnos a nosotros mismos.
C.P. Estés: Me gustan los tambores. No puedo recordar un momento en el que, de niña, no hiciera un tambor con un tronco de árbol caído o con un balde, el balde de hojalata para cargar arena en la playa. Parece ser una música natural que es accesible para toda la gente, lo que probablemente tiene algo que ver con el básico latido del corazón. No sólo de los seres humanos sino de toda la tierra, lo que late bajo la tierra.
Bert: Tengo la sensación de que a veces lo que pienso que estoy viendo en el toque de tambor de los hombres es que tal vez el toque de tambor y el cántico es la única manera en que algunos hombres pueden ir más allá de la cabeza, de lo intelectual, y ponerse en contacto con sus sentimientos.
C.P. Estés: Soy católica, y el toque de tambor y los cánticos se sienten muy familiares para mí. Eso nunca ha sido un problema para mí. Estoy sorprendida de que en medio de todo ese toque de tambor ellos no tengan incienso y campanas y la sagrada comunión. Esto es lo que siempre ha sido la Misa. Es el cántico, el Canto Gregoriano, el ritmo de las campanas, la música del gran órgano de tubos, el canto del coro. Todas esas cosas no me son ajenas. Pero podrían serlo para una persona que no tiene religión. Tú sabes, para un cínico. El cinismo es lo opuesto a lo conmovedor. El cinismo es el conducto para el alma que tiene un gran vicio como una manguera de jardín en la que nada fluye en ninguna dirección. Eso es lo que hace el cinismo. Si los conductos están abiertos, no puedes ser cínico.
Bert: No puedo pensar una mejor manera de finalizar esta entrevista que hacerlo con un pasaje del final de tu libro: «El hecho de que tanto la doncella manca como el rey tengan que pasar por la misma iniciación de siete años de duración es el territorio común entre lo femenino y lo masculino y nos ayuda a comprender que, en lugar de antagonismo, puede haber entre estas dos fuerzas un profundo amor, sobre todo cuando éste se basa en la búsqueda del propio yo».
Entrevista con la Dra. Clarissa Pinkola Estés de Bert H. Hoff. Este artículo apareció originalmente en la edición de M.E.N. Magazine de Noviembre de 1992.
Traducción al español realizada por Omar Pereira especialmente para Mujeres en Círculo.
Arte: Pablo Picasso (1881-1973), Dos mujeres corriendo en la playa.
sábado, 1 de octubre de 2016
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Reseña
¿Cómo se puede explicar o definir un Universo de instantes?
Se me ocurre una idea, darte la receta de este cocktail:
Se necesitan todas las existencias que tengas en tu hogar, de creatividad.
Dos botellas de humor delirante.
Unas cuantas gotas de suspenso bien medido.
Es imprescindible como mínimo, media botella de inteligencia, sin ella, la mezcla saldría sosa.
Varias medidas de sorpresas que estallen como globos de colores.
Media botella o más, de ingenio.
El bartender debe tener experiencia de vida, alma de poeta y narrador, eso es vital para que la mezcla salga bien sabrosa.
Deberá utilizar ingredientes de suma calidad.
Y por último lo mejor; el espíritu, la quintaesencia del licor de la pasión.
Así, batiendo la coctelera con fuerza y sutileza, entre chispazos de luz y sombras tenues, podrás degustar con placer tu cocktail.
Recomiendo hacerlo a temperatura ambiente y tomarte tu tiempo para saborear.
Después, por favor, dime qué te pareció.
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