EL ARTE DE VIVIR!!!

En la vida todo es arte, o al menos así lo he sentido siempre. Cada cosa, cada detalle, precisa la mirada de un artista. El simple hecho de movernos requiere de gracia, de una gracia especial. No es igual si caminamos como autómatas, que si nos deslizamos como gacelas. El sencillo acto de sorber un vaso de agua por ejemplo, será muy diferente si lo hacemos sintiendo cómo corre por dentro nuestro, y percibimos la diferencia entre antes de tomarla y después, o contemplamos el cristal de la copa haciéndolo jugar con las luces que nos rodean, todo, absolutamente todo, es arte. En fin, podría seguir Ad Infinitum, pero esta vez sólo quise compartir la idea que tengo. Claro que si profundizamos, vivir es todo un arte!. Aprendí a sanarme y a sanar, eso también es Arte. Existen mil y una vicisitudes y maravillas en la existencia, a través de las cuales debemos aprender a movernos con arte precisamente, tantas, que me asombró encontrar disponible el título.

SEAN TODOS USTEDES MUY BIENVENIDOS!!!

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ADVERTENCIA

Todos los mensajes aquí expuestos son para el crecimiento espiritual. El discernimiento personal es un requerimiento para leerlos. Si no resuenan con su corazón, deséchelos.

martes, 20 de septiembre de 2011


COMPLEMENTARIOS - DEL LIBRO EL HOMBRE Y LA MUJER LA DANZA DE LAS ENERGIAS - OSHO


Complementarios


El mundo ha vivido en dos partes. El hombre ha hecho su propio mundo mientras la mujer ha vivido en una sombra... ha creado su propio mundo en la sombra. Es muy desafortunado, porque un hombre o una mujer, para estar completos, para ser un todo, deben poseer todas las cualidades juntos. Tanto los hombres como las mujeres deberían de ser tan suaves como un pétalo de rosa y tan duros como una espada... juntos. Entonces, sea cual fuere la oportunidad y siempre que la situación lo requiera... Si la situación necesita que seáis una espada, estáis listos; si la situación necesita que seáis un pétalo de rosa, estáis listos. Esta flexibilidad -entre el pétalo de rosa y la espada- enriquecerá vuestra vida.
Es muy difícil para una mujer decidirse, porque es más fluida, más un proceso y menos solidez. Esa es su belleza y gracia. Es más parecida a un río, no para de cambiar. El hombre es más sólido, más directo, seguro, decisivo. De modo que siempre que sean necesarias decisiones, escuchad a un hombre. Y cuando no se necesiten decisiones, sino flotar a la deriva, entonces es la mujer la que puede ayudar al hombre a escucharla a ella.
La mente femenina puede revelar muchos misterios, igual que la mente masculina puede revelar muchos misterios; pero así como existe un conflicto entre la ciencia y la religión, de la misma manera hay un conflicto entre el hombre y la mujer. Se espera que un día el hombre y la mujer se complementen en vez de estar en conflicto, pero ese será el mismo día en que la ciencia y la religión también se complementen. La ciencia escuchará con comprensión lo que diga la religión, y la religión escuchará con comprensión lo que diga la ciencia. No habrá invasión, porque los campos son absolutamente diferentes. La ciencia se mueve hacia el exterior, la religión hacia el interior.

Las mujeres son más meditativas, los hombres más contemplativos. Pueden pensar mejor. Estupendo... cuando se requiera pensar, escuchad al hombre. Las mujeres pueden sentir mejor. Cuando sea necesario sentir, escuchad a las mujeres. Y tanto sentir como pensar hacen que una vida sea completa. De manera que si de verdad estáis enamorados, os convertiréis en un símbolo de yin/yang. ¿Habéis visto el símbolo chino del yin/yang? Dos peces casi se encuentran y funden entre sí en un movimiento profundo, completando el círculo de energía. Hombre y mujer, hembra, y macho, noche y día, trabajo y descanso, pensar y sentir: no son elementos antagónicos, son complementarios. Y si amáis a una mujer o a un hombre, os veis tremendamente potenciados en vuestro ser. Os volvéis completos.
El hombre y la mujer son dos partes de un todo; su mundo también debería ser un todo, y deberían compartir todas las cualidades sin distinción... ninguna cualidad debería ser catalogada como femenina o masculina.
Cuando hacéis que alguien sea masculino, esa persona pierde grandes cosas en su vida. Se queda seco, se estanca, se vuelve duro, casi muerto. Y la mujer que olvida por completo cómo ser dura, cómo ser una rebelde, está destinada a convertirse en una esclava, porque solo posee cualidades blandas. Ahora bien, las rosas no pueden combatir con las espadas, serían aplastadas, aniquiladas y destruidas.
Aún no ha nacido un ser humano total. Ha habido hombres y ha habido mujeres, pero no ha habido seres humanos.

La masculinidad puede tener dos direcciones, igual que le sucede a la feminidad. La mente masculina puede ser agresiva, violenta, destructiva... esa es solo una de las posibilidades; los hombres han intentado eso, y como resultado la humanidad ha sufrido mucho. Y cuando los hombres prueban ese aspecto negativo de la masculinidad, de forma natural las mujeres comienzan a adoptar la feminidad negativa, con el fin de no separarse de los hombres. De lo contrario, el abismo sería demasiado -grande, insalvable. Cuando la feminidad es negativa, es inactividad, letargo, indiferencia. El hombre negativo únicamente puede tener un puente con una mujer negativa.
La masculinidad positiva es iniciativa, creatividad, aventura. Son las mismas energías, pero moviéndose en un plano diferente. La mente negativa masculina se vuelve destructiva, la mente positiva masculina se vuelve creativa. La destructividad y la creatividad no son dos cosas, sino dos aspectos de una energía. La misma energía puede tornarse en agresión y en iniciativa.
Cuando la agresión es iniciativa, posee una belleza propia. Cuando la violencia se transforma en aventura, en exploración, exploración de lo nuevo, de lo desconocido, tiene un beneficio tremendo. Y lo mismo sucede con lo femenino. La inactividad es negativa, la receptividad es positiva. Se parecen, tienen un aspecto muy similar. Os harán falta ojos muy penetrantes para ver la diferencia entre lo inactivo y lo receptivo. La inactividad es, sencillamente, aburrimiento, muerte, desesperanza. No hay nada que esperar, nunca va a suceder nada. Es caer en un letargo, en una especie de indiferencia. Lo receptivo es una bienvenida, es una espera, tiene una plegaria en su interior. La receptividad es un anfitrión, la receptividad es un útero.

La indiferencia y el letargo son venenos. Pero lo mismo que se vuelve indiferencia puede transformarse en desapego, y entonces posee un sabor por completo diferente. La indiferencia se parece al desapego, pero no lo es; la indiferencia es, sencillamente, falta de interés. El desapego no es la ausencia de interés... el desapego es el interés absoluto, un interés tremendo, pero aún con la capacidad de no aferrarse. Disfrutad del momento mientras está ahí, y cuando el momento comience a desaparecer, como todo está destinado a desaparecer, dejadlo ir. Eso es desapego.
Un hombre, para ser realmente masculino, ha de ser aventurero, creativo, ha de ser capaz de tomar tantas iniciativas en la vida como le sea posible. La mujer, para ser de verdad una mujer, ha de ser un estanque de energía detrás del hombre, para que la aventura pueda disponer de tanta energía como sea posible. La energía será necesaria para que la aventura pueda tener cierta inspiración, cierta poesía, de modo que el alma aventurera pueda relajarse en la mujer y verse rellenada con vida, rejuvenecida.
El hombre y la mujer, juntos, moviéndose de manera positiva, son un todo. Y la verdadera pareja -y hay muy pocas parejas verdaderas- es una en la que cada uno se ha unido con el otro de una forma positiva.
Si el poeta sabe que la mujer está detrás de él, apoyándolo, su poesía puede alcanzar grandes alturas. Si el hombre sabe que la mujer está siempre con él, posee una gran fortaleza; puede lanzarse a cualquier aventura. En cuanto siente que la mujer no está con él, se le agota la energía. En ese momento solo le quedan sueños; pero son impotentes... carecen de energía, no se pueden llevar a cabo. El factor de realización es la mujer. El factor de soñar es el hombre.

En la búsqueda de Dios, o de la verdad, el hombre ha de conducir y la mujer ha de seguir. En vuestro interior el animus ha de convertirse en maestro y el anima en discípulo... y recordad, ajenos a que seáis hombre o mujer.
La mujer es inactiva. El hombre es dinámico. Por eso veis a las mujeres con aspecto apacible y a los hombres con aspecto inquieto. Incluso cuando erais bebés, bebés pequeños, la diferencia estaba ahí. El niño bebé es muy inquieto, intenta agarrar esto, agarrar lo otro, trata de llegar a alguna parte; es un incordio. Y la niña bebé jamás es un incordio; se sienta abrazando en silencio a su muñeca. Un tremendo reposo... El principio del reposo es la mujer y el principio de la inquietud es el hombre, de ahí las redondeces y la belleza de una mujer y el estado constantemente febril de un hombre.
Pero para crecer necesitaréis el principio de la inquietud en vosotros, porque el crecimiento significa cambio. La mujer es básicamente ortodoxa, el hombre básicamente es poco convencional. La mujer siempre apoya el statu quo, y el hombre ya está dispuesto a ir en pos de cualquier estúpida revolución. Apoya cualquier cosa en cambio. Que sea un cambio para bien o para mal es de poca importancia. «El cambio es bueno».
La mujer siempre es partidaria de lo viejo, de lo establecido, sin importar que sea bueno o malo. «Como siempre ha sido así, ha de ser así».
El desarrollo requiere que en vosotros se funda el principio del estancamiento. Si la mujer que hay en vosotros está helada, debe fundirse para que podáis convertiros en río. Pero el río también necesita el apoyo de las riberas... que son estáticas, no lo olvidéis. Si el río careciera de riberas, jamás llegaría hasta el océano. Y si el río estuviera helado, jamás llegaría hasta el océano. De modo que el río ha de derretirse, convertirse en agua, y aun así requerirá el apoyo de las riberas, que son estáticas.

Lo repito: el hombre ha de ser masculino y la mujer ha de ser femenina, pero de un modo positivo. Entonces estar juntos es una meditación, realmente es una gran aventura. Entonces estar juntos aporta sorpresas nuevas cada día. Entonces la vida es una danza entre esas dos polaridades, que se ayudan y se nutren.
El hombre solo no será capaz de llegar muy lejos. La mujer sola simplemente será un estanque de energía sin posibilidad alguna de movimiento dinámico. Cuando ambos están juntos son complementarios. Ninguno está por encima del otro. Los complementarios jamás están arriba o abajo, son iguales. Ni el hombre ni la mujer están arriba, son complementarios. Juntos conforman un todo y juntos pueden crear algo sagrado que no resulta posible para ninguno por separado.
Sed totales. Reclamad aquello que os ha sido negado por la sociedad; no temáis hacerlo. No temáis... si sois hombre, no temáis ser mujer a veces.
Alguien ha muerto; no podéis llorar porque sois hombres y las lágrimas solo son para las mujeres. Qué cosas tan hermosas son las lágrimas... negadas a los hombres. Entonces el hombre se vuelve más y más duro, violento, ansioso. Entonces no es de extrañar que nazcan personas como Adolfo Hitler. Un hombre cuyas lágrimas han desaparecido está destinado a convertirse en Adolfo Hitler un día cualquiera. Está destinado a convertirse en Gengis Kan, cuyas lágrimas han desaparecido. Entonces será incapaz de sentir simpatía; se volverá tan duro que no será capaz de sentir lo que le está haciendo a la gente. Hitler mató a millones sin el más leve remordimiento de consciencia. Es realmente el hombre; la mujer ha desaparecido por completo... la compasión, el amor, todo ha desaparecido. Las lágrimas han desaparecido.

Me gustaría que los hombres también pudieran llorar como las mujeres. Dejad que las lágrimas fluyan, os suavizarán los corazones. Os harán más líquidos y fluidos. Derretirán la estructura de vuestra ventana y os permitirán disponer de un cielo más grande.
A las mujeres no se les permite reír estruendosamente, va contra la gracilidad femenina. ¡Qué tontería! Si no podéis reír con intensidad, os perdéis mucho. La risa debe surgir del vientre. La risa debe ser tan hilarante como para sacudir todo el cuerpo. No debería ser embriagadora. Pero las mujeres sonríen; no ríen. Una risa estruendosa es tan poco femenina. Entonces las damas llevan una vida febril. Poco a poco se vuelven más oníricas, irreales, poco auténticas.
No os volváis damas y caballeros. Volveos completos.

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