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-Por exceso, “¿de qué me dieron demasiado?”: Demasiadas palabras, trabajo, juicios, normas, planificación, pedidos, comida insana…. También cuando hay invasión y dominio.
-Por carencias “¿de qué me dieron demasiado poco?”: información, comunicación, formación, confianza, espacio, tiempo, cuidados, atención, cariño, dinero, ropa… También cuando hay frialdad y ausencia.
Como vemos, puede haber abusos en los cuatro centros. Por ejemplo:
Abusos en el centro intelectual:
-Por exceso: te obligan a comulgar con las ideas políticas de la familia. Te tienes que “tragar” mítines todos los días.
-Por defecto: no te dejan estudiar lo que te gusta.
Abusos en el centro emocional:
-Por exceso: obligan al niño a besar a quien no lo desea, o a que le guste la música o la poesía.
-Por defecto: hay ausencia de madre o de padre
Abusos en el centro sexual:
-Por exceso: se invade la intimidad sexual del niño y se le obliga a darle placer al adulto.
La pedofilia tiene en su raíz un abuso sexual-abuso emocional. Si te quitan el placer y la emocionalidad sólo queda la erección.
Son frecuentes los abusos sexuales entre los primos. Es revelador saber que en la mayoría de las veces, se esconde una intención del árbol: dos hermanos (los padres de esos primos) realizan sus deseos incestuosos a través de sus hijos.
-Por defecto: se le prohíbe que explore y desarrolle su sexualidad d e manera natural. Las limitaciones en la orientación sexual, en la adolescencia, a la niña se le obliga a ser femenina y a que le gusten los chicos y al niño, se le obliga a ser un machote y a que le gusten las chicas.
Abuso en el centro material:
-Por exceso: se le obliga a permanecer donde no desea, se le protege demasiado o se le da comida para “cebarlo”, en lugar de para alimentarlo. Hay que apuntar que este “cebar” a un niño de hidrato de carbonos y azúcares puede venir a compensar la fata de amor no reconocida conscientemente por los padres, “no te traigo mi atención y mi cariño, te traigo más golosinas”… las golosinas (y a veces también los excesivos regalos, pueden estar escondiendo un sentimiento de culpa de los padres por no ocuparse de su hijo de forma correcta).
-Por defecto: no cuidar la salud de su hijo, que carezca de lo básico, que no tenga un espacio íntimo dentro del hogar.
También hay abusos generalizados que afectan a la totalidad del ser:
-Los castigos injustificados o desproporcionados.
-El maltrato físico y psicológico en toda regla.
-El “robo de la infancia” y que consiste en no dejar que el niño sea niño, que juegue, que experimente, que se equivoque. Obligarlo a hacerse cargo de los hermanos menores. Querer que sea maduro de manera precoz y cargarlo con responsabilidades, secretos y problemas que no son propios de un niño. También el instigarlo a demostrar sus habilidades en concursos (como el niño prodigio de la película “Magnolia”) o a competir en deportes si esto no es su gusto.
Como reflexión personal podemos preguntarnos:
1.- ¿Qué abusos he recibido?
a) -¿Qué es lo que se da en exceso en nuestro árbol genealógico? Por ejemplo: “tomé leche materna hasta los cinco años de edad” “Con cinco años debía hacerme cargo de mi hermano pequeño”
b)-¿Qué es lo que se nos niega?
Tratemos de identificar todo lo que no obtuvimos en el pasado. Por ejemplo: “no tuve espacio, compartía la habitación con otros tres hermanos”
2.- ¿A qué repeticiones responde?
El árbol intenta que las nuevas ramas crezcan en las heridas que dejaron en el tronco las viejas ramas amputadas. Tiende a obtener a toda costa lo que no se ha obtenido en el pasado. Se crea con esto un sistema de compensaciones y contrapesos, un sistema que se auto-equilibra constantemente, ya que el medio es cambiante y sus elementos son dinámicos.
Por ejemplo: “muere la madre y la hija queda embarazada”
La ley del abuso es la repetición. La repetición del abuso nos convierte en “bonsáis”. En la tradición oriental, Bonsái quiere decir “crecer dentro de un marco”, o sea, limitado a lo que te obligan que seas. Siempre que existe abuso, se forma un nudo. El abuso es como un agua sucia que corre de arriba abajo en el árbol.
3.-¿Cómo sanar el abuso?
Hay una manera ineficaz, un desastre de solución:
Consiste en proyectar en mi realidad actual aquello que me traumatizó en el pasado a mí o a algún miembro de mi árbol.
“Mi padre me abandonó, siempre me busco novios que vivan lejos”. Se proyecta el dolor en esa pareja, para sufrir menos por lo que me hizo mi padre. En realidad no hay un deseo de unión. Si no se es consciente de lo que hay en la raíz de ese dolor, cuando el novio venga, le encontrará mil defectos y lo dejará.
Hay que convencerse de que no se puede reparar el pasado, hay que formar vínculos totalmente nuevos.
Hay al menos tres maneras eficaces para sanar los abusos:
-Aprender a decir “no, gracias”
-Lo que no me dieron, me lo doy, y lo que no me dieron, lo doy.