ESTE BLOG ES DIFERENTE Y SERÁ ÚTIL PARA AQUELLAS PERSONAS QUE ANHELAN LIBERARSE DE CARGAS DEL PASADO Y ELEVAR SU VIBRACIÓN. SUBIRÉ TÉCNICAS PARA SENTIRNOS MEJOR EMOCIONAL Y SICOLÓGICAMENTE. MOSTRARÉ UNA PARTE DE TODO AQUELLO QUE ME AYUDÓ A IR SANANDO DEMASIADO DOLOR. UNIDO A LO QUE ATAÑE AL ESPÍRITU, COMO CANALIZACIONES Y DEMÁS... SOMOS SERES ESPIRITUALES VIVIENDO UNA EXPERIENCIA ACÁ EN LA TIERRA. MIS BENDICIONES ESTÁN CON CADA UNO DE USTEDES.
EL ARTE DE VIVIR!!!
En la vida todo es arte, o al menos así lo he sentido siempre. Cada cosa, cada detalle, precisa la mirada de un artista. El simple hecho de movernos requiere de gracia, de una gracia especial. No es igual si caminamos como autómatas, que si nos deslizamos como gacelas. El sencillo acto de sorber un vaso de agua por ejemplo, será muy diferente si lo hacemos sintiendo cómo corre por dentro nuestro, y percibimos la diferencia entre antes de tomarla y después, o contemplamos el cristal de la copa haciéndolo jugar con las luces que nos rodean, todo, absolutamente todo, es arte. En fin, podría seguir Ad Infinitum, pero esta vez sólo quise compartir la idea que tengo. Claro que si profundizamos, vivir es todo un arte!. Aprendí a sanarme y a sanar, eso también es Arte. Existen mil y una vicisitudes y maravillas en la existencia, a través de las cuales debemos aprender a movernos con arte precisamente, tantas, que me asombró encontrar disponible el título.
SEAN TODOS USTEDES MUY BIENVENIDOS!!!
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ADVERTENCIA
Todos los mensajes aquí expuestos son para el crecimiento espiritual. El discernimiento personal es un requerimiento para leerlos. Si no resuenan con su corazón, deséchelos.
martes, 30 de agosto de 2011
JUAN "EL LOCO DE LAS FLORES" -
JULIO ANDRES PAGANO
“Juan, el loco de las flores”
(Por Julio Andrés Pagano)
Cuenta una historia que en la Tierra hubo un hombre que vivió de manera rutinaria y murió lejos de los aplausos y los reconocimientos públicos, sin embargo ayudó a que millones y millones de personas pudiesen vivir en paz.
No se sabe cuál era su apellido. Se lo conoció como “Juan, el loco de las flores”. Hay quienes afirman que era hijo único y quedó huérfano desde muy joven. Dicen que eso fue lo que le imprimió a su mirada una profunda melancolía, que daba a sus grandes ojos marrones un tinte muy especial.
Se desempeñó como empleado del Estado. Su tarea era rutinaria, asfixiante en algunos casos. Día tras día atendía largas colas de quejas que parecían calcadas. Soportar una carga vibracional tan densa era un tortuoso ritual deshumanizante. Sin embargo, Juan sabía que al menos de ese modo podía pagar sus cuentas a fin de mes, y eso lo animaba a juntar coraje para levantarse de la cama y regresar al trabajo cada mañana.
Muchas veces se preguntaba cuál era el sentido de su vida, ya que todo parecía transcurrir dentro de un círculo que conducía a más y más de lo mismo, sin embargo no encontraba la respuesta. Su barrio era gris, lleno de smog e incesante ruido. Vivir en la zona céntrica de una enorme ciudad tenía sus beneficios a la hora de transportarse, pero restaba calidad de vida. Casi no cruzaba palabras con sus vecinos, porque todos estaban apurados corriendo detrás de sus deseos.
Entre tantos edificios modernos, su modesta casa parecía aún más pequeña. Por su estilo antiguo, era como si en ese punto de la gran urbe, el último recuerdo de lo que en su tiempo fue un pintoresco barrio se resistiese a morir aplastado por la alocada indiferencia de la modernidad.
Juan tenía una pasión: amaba las flores. No sabía bien por qué, pero sentía que ellas eran la razón de su existencia. Nunca antes se vio a un hombre que tuviese tanta gracia y delicadeza a la hora de cuidar las plantas. Su jardín era único, especial. Todo lo que allí había parecía brillar. Si alguien tuviese que ejemplificar cómo sería el paraíso, sin dudas mostraría ese jardín. Era la belleza natural llevada a su máxima expresión. Parecía un verdadero cuadro viviente, en donde el color, la armonía y los aromas se daban cita para danzar en unidad. Verlo inspiraba vida. Sin embargo nadie tenía tiempo para presarle atención, pues quienes por allí pasaban iban envueltos en interminables pensamientos que los hacían moverse de manera mecanizada.
Si no fuese porque tenía que afrontar sus compromisos mensuales, Juan nunca se hubiese separado de sus flores. Cada día, al subir al colectivo que lo llevaba a su trabajo, se sentía morir. Su cuerpo se encorvaba. Caminaba como quien se arrastra. Internamente se resistía a ir cada día a escuchar las protestas de aquellos que de paso aprovechaban y descargaban sus frustraciones cotidianas con la excusa de un mal servicio prestado. Sólo lo salvaba el vívido recuerdo de sus resplandecientes flores.
A medida que sus oídos se abarrotaban de quejas, Juan miraba con insistencia su reloj. Contaba cada segundo. No veía la hora de regresar a su jardín. Necesitaba volver a respirar, necesitaba sentirse vivo. En la oficina sus compañeros de trabajo se burlaban de su manera extraña de comportarse, ya que medio minuto antes de que finalizara la jornada, siempre estaba con el abrigo en la mano esperando para marcar la tarjeta que acreditara su labor.
Ni bien ponía un pie en la calle, su cuerpo se erguía, sus músculos se tonificaban y su andar cobraba un vigor nunca visto. Ni el mejor ilusionista hubiese podido hacer semejante transformación. Se lo podía sentir. Era otro hombre, incluso sonreía. Su enérgica actitud despertó sospechas entre sus compañeros de trabajo, al punto de que un día decidieron seguirlo a ver a dónde iba, ya que no podían creer su comportamiento tan extraño.
“¿Debe ir a ver a su amada?” dijo uno con sorna, sabiendo que era un hombre al que le costaba relacionarse. Tamaña sorpresa se llevaron al ver que apareció rápidamente en su jardín -que daba a la calle-, con un mameluco marrón. Como quien llega a un lugar sagrado, muy lentamente se descalzó e inclinó ante a sus flores y una a una las besó. Luego les contó cuánto las había extrañado y comenzó a cantarles, mientras las acariciaba con dulzura. Esos minutos fueron suficientes para que de ahí en más, Juan fuese llamado “el loco de las flores”.
Su vida transcurrió así, envuelta en la rutina para pagar sus deudas y renaciendo cada vez que su día laboral finalizaba. A los ojos de muchos, su paso por el mundo fue intrascendente. Cualquiera podría afirmar que, de haberla tenido, Juan no cumplió con su misión de vida, ya que -en apariencia- no había hecho nada significativo.
Al día siguiente de su muerte, en las los altos estamentos políticos de su ciudad hubo una reunión secreta para determinar si el país iba a la guerra. En medio de muchas discusiones, el presidente pidió que hicieran un receso, pues necesitaba aclarar su mente antes de tomar la decisión final.
Sin que los demás lo supieran, pidió a su chofer que lo llevara a dar un paseo en su coche blindado. Necesitaba reflexionar en soldad. Quiso el destino que en su recorrido el mandatario pasara frente al jardín de Juan. Como quien queda presa de un hechizo, el presidente no pudo quitar la vista de las flores. En una fracción de segundos, al contemplar tanta belleza y armonía tomó conciencia de que la guerra no era la decisión correcta, pues sólo traería más caos y destrucción.
Cuenta la crónica de ese entonces que por asumir una posición no bélica, el presidente recibió el premio nobel de la paz, y su nombre salió en los medios de todo el mundo. Fue el dueño de todos los aplausos y reconocimientos.
Lo que nunca nadie supo fue que el verdadero gestor de la paz fue Juan, quien gracias a su profundo amor por las flores salvó la vida de millones y millones de personas, que de otro modo hubiesen perecido en la guerra.
Centrado en su corazón y desoyendo toda burla, Juan hizo posible que un pedazo de cielo tocara la Tierra. El no recibió distinción alguna ni tampoco cosechó aplausos. Amó las flores y honró la vida. Sin saberlo, cumplió con su misión. Fue uno de los tantos y tantos héroes anónimos que a diario ayudan a co-crear un mundo lleno de paz y armonía.
Nuestra vida a veces es un poco así, como la de Juan, parece no tener sentido. Sin embargo, si escuchamos la voz de nuestro corazón, por más que no lo parezca, de un modo u otro siempre estaremos haciendo nuestra tarea.
No bajes tus brazos. Seguí confiando. Vos también sos Juan.
(Por Julio Andrés Pagano)
Cuenta una historia que en la Tierra hubo un hombre que vivió de manera rutinaria y murió lejos de los aplausos y los reconocimientos públicos, sin embargo ayudó a que millones y millones de personas pudiesen vivir en paz.
No se sabe cuál era su apellido. Se lo conoció como “Juan, el loco de las flores”. Hay quienes afirman que era hijo único y quedó huérfano desde muy joven. Dicen que eso fue lo que le imprimió a su mirada una profunda melancolía, que daba a sus grandes ojos marrones un tinte muy especial.
Se desempeñó como empleado del Estado. Su tarea era rutinaria, asfixiante en algunos casos. Día tras día atendía largas colas de quejas que parecían calcadas. Soportar una carga vibracional tan densa era un tortuoso ritual deshumanizante. Sin embargo, Juan sabía que al menos de ese modo podía pagar sus cuentas a fin de mes, y eso lo animaba a juntar coraje para levantarse de la cama y regresar al trabajo cada mañana.
Muchas veces se preguntaba cuál era el sentido de su vida, ya que todo parecía transcurrir dentro de un círculo que conducía a más y más de lo mismo, sin embargo no encontraba la respuesta. Su barrio era gris, lleno de smog e incesante ruido. Vivir en la zona céntrica de una enorme ciudad tenía sus beneficios a la hora de transportarse, pero restaba calidad de vida. Casi no cruzaba palabras con sus vecinos, porque todos estaban apurados corriendo detrás de sus deseos.
Entre tantos edificios modernos, su modesta casa parecía aún más pequeña. Por su estilo antiguo, era como si en ese punto de la gran urbe, el último recuerdo de lo que en su tiempo fue un pintoresco barrio se resistiese a morir aplastado por la alocada indiferencia de la modernidad.
Juan tenía una pasión: amaba las flores. No sabía bien por qué, pero sentía que ellas eran la razón de su existencia. Nunca antes se vio a un hombre que tuviese tanta gracia y delicadeza a la hora de cuidar las plantas. Su jardín era único, especial. Todo lo que allí había parecía brillar. Si alguien tuviese que ejemplificar cómo sería el paraíso, sin dudas mostraría ese jardín. Era la belleza natural llevada a su máxima expresión. Parecía un verdadero cuadro viviente, en donde el color, la armonía y los aromas se daban cita para danzar en unidad. Verlo inspiraba vida. Sin embargo nadie tenía tiempo para presarle atención, pues quienes por allí pasaban iban envueltos en interminables pensamientos que los hacían moverse de manera mecanizada.
Si no fuese porque tenía que afrontar sus compromisos mensuales, Juan nunca se hubiese separado de sus flores. Cada día, al subir al colectivo que lo llevaba a su trabajo, se sentía morir. Su cuerpo se encorvaba. Caminaba como quien se arrastra. Internamente se resistía a ir cada día a escuchar las protestas de aquellos que de paso aprovechaban y descargaban sus frustraciones cotidianas con la excusa de un mal servicio prestado. Sólo lo salvaba el vívido recuerdo de sus resplandecientes flores.
A medida que sus oídos se abarrotaban de quejas, Juan miraba con insistencia su reloj. Contaba cada segundo. No veía la hora de regresar a su jardín. Necesitaba volver a respirar, necesitaba sentirse vivo. En la oficina sus compañeros de trabajo se burlaban de su manera extraña de comportarse, ya que medio minuto antes de que finalizara la jornada, siempre estaba con el abrigo en la mano esperando para marcar la tarjeta que acreditara su labor.
Ni bien ponía un pie en la calle, su cuerpo se erguía, sus músculos se tonificaban y su andar cobraba un vigor nunca visto. Ni el mejor ilusionista hubiese podido hacer semejante transformación. Se lo podía sentir. Era otro hombre, incluso sonreía. Su enérgica actitud despertó sospechas entre sus compañeros de trabajo, al punto de que un día decidieron seguirlo a ver a dónde iba, ya que no podían creer su comportamiento tan extraño.
“¿Debe ir a ver a su amada?” dijo uno con sorna, sabiendo que era un hombre al que le costaba relacionarse. Tamaña sorpresa se llevaron al ver que apareció rápidamente en su jardín -que daba a la calle-, con un mameluco marrón. Como quien llega a un lugar sagrado, muy lentamente se descalzó e inclinó ante a sus flores y una a una las besó. Luego les contó cuánto las había extrañado y comenzó a cantarles, mientras las acariciaba con dulzura. Esos minutos fueron suficientes para que de ahí en más, Juan fuese llamado “el loco de las flores”.
Su vida transcurrió así, envuelta en la rutina para pagar sus deudas y renaciendo cada vez que su día laboral finalizaba. A los ojos de muchos, su paso por el mundo fue intrascendente. Cualquiera podría afirmar que, de haberla tenido, Juan no cumplió con su misión de vida, ya que -en apariencia- no había hecho nada significativo.
Al día siguiente de su muerte, en las los altos estamentos políticos de su ciudad hubo una reunión secreta para determinar si el país iba a la guerra. En medio de muchas discusiones, el presidente pidió que hicieran un receso, pues necesitaba aclarar su mente antes de tomar la decisión final.
Sin que los demás lo supieran, pidió a su chofer que lo llevara a dar un paseo en su coche blindado. Necesitaba reflexionar en soldad. Quiso el destino que en su recorrido el mandatario pasara frente al jardín de Juan. Como quien queda presa de un hechizo, el presidente no pudo quitar la vista de las flores. En una fracción de segundos, al contemplar tanta belleza y armonía tomó conciencia de que la guerra no era la decisión correcta, pues sólo traería más caos y destrucción.
Cuenta la crónica de ese entonces que por asumir una posición no bélica, el presidente recibió el premio nobel de la paz, y su nombre salió en los medios de todo el mundo. Fue el dueño de todos los aplausos y reconocimientos.
Lo que nunca nadie supo fue que el verdadero gestor de la paz fue Juan, quien gracias a su profundo amor por las flores salvó la vida de millones y millones de personas, que de otro modo hubiesen perecido en la guerra.
Centrado en su corazón y desoyendo toda burla, Juan hizo posible que un pedazo de cielo tocara la Tierra. El no recibió distinción alguna ni tampoco cosechó aplausos. Amó las flores y honró la vida. Sin saberlo, cumplió con su misión. Fue uno de los tantos y tantos héroes anónimos que a diario ayudan a co-crear un mundo lleno de paz y armonía.
Nuestra vida a veces es un poco así, como la de Juan, parece no tener sentido. Sin embargo, si escuchamos la voz de nuestro corazón, por más que no lo parezca, de un modo u otro siempre estaremos haciendo nuestra tarea.
No bajes tus brazos. Seguí confiando. Vos también sos Juan.
LOS INDIOS HOPI Y LA PROPIEDAD
DE LA TIERRA
Para los INDIOS HOPI, la tierra es verdaderamente comunal, es decir, de propiedad colectiva.
Por cuestiones prácticas esta se divide por clanes, y a su vez, dentro de los clanes, se distribuye a las distintas familias que lo componen. Así, los pueblos hopi funcionan como unidades autónomas.
No encontraremos al respecto, problemas que son típicos de nuestro mundo “civilizado”.
Bajo el tipo de filosofía arriba explicado, ningún hopi se quedará sin su techo ni tampoco tendrá inconvenientes en pagar la hipoteca, ya que en su cultura, no existen este tipo de conceptos.
Ellos, no conciben como algo que ha sido legado por los Dioses pueda pertenecer a persona alguna de una manera egoísta.
Así como para nosotros es descabellado el solo hecho de pensar, que la luz solar o el aire estén en venta y sean susceptibles de apropiación (aunque no me cabe duda de que si pudiésemos hacerlo lo haríamos); para ellos sucede algo similar con el concepto de "tierra".
De esta manera, para ellos la tierra a todos pertenece y todos pueden usarla, gozarla y deben también respetarla.
Como dijimos, por cuestiones de practicidad y orden, es repartida y asignada a las familias y a los clanes. Pero bajo un punto de vista totalmente distinto a la manera civilizada de entender la propiedad. No es algo con lo que se pueda especular y así obtener ganancia de su venta o arrendamiento.
Como vemos, se repite el patrón de lo que sucede con otras culturas nativas sudamericanas. En muchas de estas, al hablar de la tierra ellos hablan con un profundo respeto y le llaman“pachamama” que quiere decir “madre tierra”.
Es una concepción realmente sabia. La tierra es nuestra madre, ella nos cobija, provee de alimentos, y nos permite subsistir con los frutos que de ella emanan.
No me deja de sorprender como se ha considerado a estas culturas aborígenes como“incivilizadas” solo porque tal vez no sabían construir edificios, andaban con escasas ropas o adoraban a distintos Dioses diferentes a los nuestros.
Viendo como cada vez más, nuestro mundo se ve corroído por la corrupción, la falta de solidaridad y el egoísmo. Sabias culturas como la de los hopi, nos invitan a la reflexión, dejar de lado las formas, y entrar en la esencia de lo que es realmente importante.
Por cuestiones prácticas esta se divide por clanes, y a su vez, dentro de los clanes, se distribuye a las distintas familias que lo componen. Así, los pueblos hopi funcionan como unidades autónomas.
No encontraremos al respecto, problemas que son típicos de nuestro mundo “civilizado”.
Bajo el tipo de filosofía arriba explicado, ningún hopi se quedará sin su techo ni tampoco tendrá inconvenientes en pagar la hipoteca, ya que en su cultura, no existen este tipo de conceptos.
Ellos, no conciben como algo que ha sido legado por los Dioses pueda pertenecer a persona alguna de una manera egoísta.
Así como para nosotros es descabellado el solo hecho de pensar, que la luz solar o el aire estén en venta y sean susceptibles de apropiación (aunque no me cabe duda de que si pudiésemos hacerlo lo haríamos); para ellos sucede algo similar con el concepto de "tierra".
De esta manera, para ellos la tierra a todos pertenece y todos pueden usarla, gozarla y deben también respetarla.
Como dijimos, por cuestiones de practicidad y orden, es repartida y asignada a las familias y a los clanes. Pero bajo un punto de vista totalmente distinto a la manera civilizada de entender la propiedad. No es algo con lo que se pueda especular y así obtener ganancia de su venta o arrendamiento.
Como vemos, se repite el patrón de lo que sucede con otras culturas nativas sudamericanas. En muchas de estas, al hablar de la tierra ellos hablan con un profundo respeto y le llaman“pachamama” que quiere decir “madre tierra”.
Es una concepción realmente sabia. La tierra es nuestra madre, ella nos cobija, provee de alimentos, y nos permite subsistir con los frutos que de ella emanan.
No me deja de sorprender como se ha considerado a estas culturas aborígenes como“incivilizadas” solo porque tal vez no sabían construir edificios, andaban con escasas ropas o adoraban a distintos Dioses diferentes a los nuestros.
Viendo como cada vez más, nuestro mundo se ve corroído por la corrupción, la falta de solidaridad y el egoísmo. Sabias culturas como la de los hopi, nos invitan a la reflexión, dejar de lado las formas, y entrar en la esencia de lo que es realmente importante.
Fuente: www.indioshopi.com
domingo, 28 de agosto de 2011
Llama Violeta Liberadora
Cierra tus ojos y visualiza la llama violeta envolviéndote por completo, de los pies a la cabeza mientras escuchas la música...Te limpia en profundidad y transmuta todo aquello que no sea de luz.
Delia
sábado, 27 de agosto de 2011
EL ALMA GEMELA
EL ALMA GEMELA
El encuentro con nuestra alma gemela es algo muy intenso, sucede al mismo tiempo en el plano astral.
Algunas señales de haber encontrado al alma gemela:
*La mirada los une entre sí, en el plano de la inteligencia, que es estar con Dios. La atracción sexual incluso termina por pasar a un segundo plano.
*No tener sentimientos de posesión, pretender poseer, considerarse dueño, o querer tener el control sobre la otra persona es imponer la propia presencia y personalidad, forzar la naturaleza es el propio sentimiento, al mismo tiempo que se ahoga la personalidad del otro. A nadie se le puede obligar a que nos ame.
*La persona no procura moldear a la otra según la imagen que tiene en mente, sino que la acepta como ella es, procurando ayudarla a alcanzar una personalidad mejor, más elevada.
*En este caso, el amor se da de manera desinteresada, no esperamos nada a cambio.
*El amor verdadero se basa en la fe y no en el temor, no tiene registro de errores ni lleva un archivo de heridas, el amor verdadero es el primer paso para la reconciliación.
*Aquí no existen las imprudencias ni la promiscuidad, eso pertenece a las relaciones kármicas.
*El amor verdadero es justo, y no se limita al plano físico, esta unión alcanza al nivel espiritual y mental también, volviéndose más rico, intenso y duradero.
*El encuentro del almas gemelas rechaza cualquier distinción de raza, nacionalidad o credo, desde que haya un nivel básico de afinidad que garantice el inicio de la relación y su supervivencia.
*El amor de almas gemelas es inagotable, no disminuye a medida que avanza la relación, aumenta cada día más. No existe enamorado, amante o amado, mucho menos divisiones, desuniones o desilusiones.
*El amor de las almas gemelas subsiste en otros planos y en otras vidas... Es eterno.
Relaciones kármicas
Muchas personas viven sin establecerse en una relación amorosa por mucho tiempo, esto forma parte de lo que llamamos "Relaciones Kármicas" relaciones en las que algo hay que aprender, algo hay que sanar, este "algo" puede pertenecer a vidas pasadas. Si tu te encuentras en este caso, da gracias por ello... y sigue adelante. Apegarnos a una relación dolorosa no es una buena opción, lo mejor es sacar lo bueno de ello y poner distancia de por medio.
Entre más exigentes seamos al momento de buscar una pareja, más estamos puliendo nuestra alma para el encuentro con tu real compañero. Solamente debemos estar pendientes de algo: No debemos confundir exigencia con frialdad.Todos estamos a la búsqueda de un amor perfecto. Los científicos nos explican que esa búsqueda tiene que ver con el funcionamiento de nuestras hormonas, antiguos rituales de cortejo o un "complejo materno" no resuelto. Es posible que haya algo de esto, pero debajo de estas explicaciones parciales, se esconde una profunda verdad espiritual.Y esa verdad espiritual es que existe -en alguna parte de este inmenso Universo- un ser que puede amarnos mas allá de todo lo que conocemos: lo llamamos nuestra alma gemela.
El término ha sido tan manipulado, que se hace necesario marcar una distinción importante: la que existe entre almas compañeras y almas gemelas.
Almas Compañeras
Cualquier miembro de la familia puede ser un alma compañera. Venimos encarnando juntos como grupo de almas que trabajan temas de crecimiento específicos (por ejemplo: un grupo de parientes caracterizados por una crítica despiadada puede haber decidido encarnar juntos para trabajar temas como la tolerancia y la aceptación incondicional del otro).
En experiencias cercanas a la muerte se ha determinado que muchas personas- al morir y ascender a niveles superiores- se encuentran con sus parientes muertos, pero no siempre con su cónyuge muerto. Incluso se encuentran con personas a las que no conocen pero que sienten que son sus familiares. Esto reforzaría la idea de una encarnación grupal.
Asimismo, atraemos personas (amigos, colegas cercanos, parejas, etc.) cuya frecuencia es similar a la nuestra y con las que también tenemos trabajo espiritual que hacer (por ejemplo, en el Colegio, puedo haberme acercado al grupo mas revoltoso, porque nuestras almas querían experimentar juntas con las consecuencias que trae el quebrar normas establecidas).
Hay dos tipos de almas compañeras, las kármicas y las dhármicas.
Almas compañeras kármicas: aquellos con los que puede haber cierto antagonismo, debido a que tenemos asuntos pendientes que resolver que proceden de otras vidas. La clave para liberarnos de esta relación es el perdón. (por ejemplo, vínculo conflictivo con un jefe autoritario).
Almas compañeras dhármicas
Aquellos que se acercan a nosotros porque tenemos temas que trabajar juntos, pero desde la afinidad y la ayuda mutua. Si bien puede haber vidas pasadas juntos, no hay deudas o conflictos previos. Uno se siente automáticamente atraído hacia ellos. (por ejemplo, un maestro de escuela que nos enseñó algo mas que la lección diaria).
Los amigos muy cercanos, las personas que consideramos maestros de nuestra vida, y cualquier persona que consideremos de gran influencia, son almas compañeras. Las personas que atraemos en el área del amor de pareja, contienen información muy útil respecto a nuestras vidas pasadas. Por empezar, suelen parecerse a como fuimos en otras vidas (por ejemplo, si una mujer atrae hombres agresivos y dominantes es probable que haya sido ella misma un hombre con esas características en vidas anteriores).
Cuando decimos "me enamoré en cuanto lo vi", en realidad estamos reaccionando al reconocimiento de que esa persona ha tenido que ver con nosotros en vidas pasadas. A veces nos encontramos con un alma compañera sólo para casarnos y tener hijos juntos. Una vez resuelto el vínculo que traíamos de otras vidas (por ejemplo, una compensación kármica por un vínculo con poco compromiso en vidas anteriores) la relación termina.
A veces, el karma fundamental que un niño tiene que resolver es con su madre, y -si no hay otras condiciones kármicas que dispongan otra cosa- el padre desaparecerá de su vida. A veces el karma es sólo entre hermanos, y ambos padres desaparecen. Las personas abandonadas al nacer y dejadas en instituciones específicas, tienen un karma que resolver con las personas que los atienden allí o -eventualmente- con sus padres adoptivos.
Almas o Llamas Gemelas
El alma gemela es algo diferente, es nuestra otra mitad. En el origen, éramos entidades únicas, chispas de la Divinidad. Ante el Creador, acordamos descender al plano de la tercera dimensión a continuar la Obra Creativa, cumpliendo una Misión Conjunta. Dado que el mundo que conocemos es el reino de la dualidad, tuvimos que dividirnos en dos mitades. El plan consistía en vivir vidas separadas y cumplir funciones diferentes, hasta que -habiendo experimentado todas las formas de nuestras cualidades únicas a través de distintas encarnaciones y recuperado nuestro recuerdo de quien somos en realidad- estuviéramos preparados para el reencuentro.
Una vez logrado éste, podríamos cumplir nuestra Misión Conjunta.Puede estar encarnado o no, pero siempre que aparece en nuestra vida es para mostrarnos los aspectos elevados de nuestra alma y el camino hacia el cual dirigirnos para seguir creciendo.Nos acerca a nuestro propósito elevado.
Tenemos muchos compañeros de alma pero una sola alma gemela.Lo que se siente cuando uno se encuentra con esta persona es algo que no se puede describir con palabras. Es un amor mas allá de toda dimensión.A lo largo de la vida, van apareciendo distintos maestros que nos recuerdan que existe un alma gemela que encontrar (por ejemplo, personas que nos hablan del tema, libros que leemos, conferencias sobre el tema). Pero para que el recuerdo de quien es quien pueda resonar en nosotros y la unión se pueda producir, es preciso estar al mismo nivel de evolución.
Una vez que nos reunamos con el alma gemela, podremos viajar a otras galaxias, experimentar otras formas de vida o simplemente regresar flotando hasta el Centro de la Fuente de Creación. Para que aparezca, hay que llamarlo. En lo posible a diario. Es un permiso que le damos para que se acerque. Puedes utilizar la Invocación propuesta en la segunda parte de este artículo. Si creemos estar ante nuestra alma gemela y la persona no parece darse cuenta o nos rechaza, debemos entregar la situación al Universo. Lo mas probable es que ocurra alguna de las siguientes alternativas: a) la persona cambia su actitud hacia nosotros, se acerca, cambia. b) aparece otra persona con las cualidades necesarias para este tipo de vínculo.
Si tu alma gemela no ha aparecido aun, no tienes que preocuparte.
Cada persona con la que te vincules es un maestro en el gran aprendizaje del amor. Trata de aprovechar al máximo cada encuentro personal y estarás mas y mas cerca de tu alma gemela.
Si esta no ha aparecido es una señal de que todavía tienes o tiene tu futura pareja, mucha estructura que transformar en su vida.
De la Kabbalah... por Yehuda Berg Cada una de las dos fosas nasales humanas tiene una función espiritual diferente. Una lleva la esencia espiritual del aire al cerebro, mientras que la otra entrega la esencia espiritual del aire al corazón. El cerebro es el asiento de nuestra inteligencia y el corazón es la fuente de nuestras emociones. Los buenos olores que entran por nuestra nariz, como el de la salvia o el incienso, pueden traer equilibrio y unificación entre las emociones y el intelecto, ayudando a garantizar que tus acciones sean tanto sabias como afectuosas. | |
Centro de Kabbalah Internacional | 1062 S. Robertson Blvd. | Los Angeles | CA | 90035 http://www.kabbalah.co.il |
Nuestro Planeta: un campo de batalla para los animales
Desde el punto de vista de los animales, la Tierra se ha convertido en un campo de batalla, un auténtico matadero. La postura intelectual de san Agustín, venerado como doctor y santo, marcó en lo sucesivo al llamado occidente cristiano y condenó a los animales a una vida llena de dolor, sufrimiento y muerte, puesto que el animal desprovisto ya de alma, quedaba sin compasión alguna a merced del hombre para ser matado en base al supuestamente «justo orden establecido por el Creador». Miles de millones de animales víctimas de tortura, denuncian y acusan a la institución Iglesia y a sus padres y doctores, de ser los responsables de su miseria así como por el correspondiente embrutecimiento de los seres humanos.
La enseñanza de “san” Agustín nada tiene que ver con Cristo y el cristianismo. Desde hace más de 3000 años Dios, el Eterno, llama y advierte a través de Sus profetas de Dios. A través de Moisés Él nos dio el Mandamiento «No matarás». A través de Isaías Dios dijo: (Isaías 1, 11): «Estoy harto de los carnero que quemáis en holocausto como sacrificio y de la grasa de vuestros bueyes». Y A través de jeremías (Jeremías 6, 20): «Vuestros holocaustos no me complacen. Vuestras matanzas de sacrificio no me son gratas».
Aunque actualmente la parrilla casera y la sartén sustituyen a los altares para víctimas sangrantes y la mesa de la cocina sirve como banco de descuartizamiento para sacar las entrañas a los cadáveres animales, no debemos olvidar que la base de todo ese comportamiento sangriento en todos los tiempos fue permitido, y avalado, entro otros actores sociales, por los hombres-sacerdote. ¿Pero qué dijo Jesús de Nazaret? «Lo que hagáis a la más pequeña de mis criaturas eso me hacéis a Mí».(Mateo 25, 40)
Iris Radisch, redactora del prestigioso periódico alemán Die Zeit, publicó el siguiente planteamiento que debería hacernos reflexionar: «¿Qué sucedería si los animales nos considerasen también carentes de alma, sólo porque somos diferentes? / Sería absurdo creer que las personas somos capaces de hacerlo todo bien, pero eso no nos da derecho a hacerlo todo mal».
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